Existen cosas en la naturaleza que son sencillas y sin embargo nos admiramos de ellas, como es observar un diminuto insecto con sus extremidades, o una hermosa flor con sus partes simétricas y olorosas. Hace unos días caminando por el llamado hoy centro histórico de Cutzamala, antes simplemente la plaza, me llevé una sorpresa siendo ya de noche. Estaba perfectamente iluminada con sus hermosas casonas históricas que lucían la uniforme belleza de sus columnas toscanas, y toda su construcción vernácula. Y al fondo sobresalía la gran mole de la centenaria e histórica iglesia que a pesar de la penumbra se podía admirar la extraordinaria belleza de su arquitectura plateresca, la misma de cuando fue dedicada a La Asunción aquel 15 de agosto de 1565, la misma que admiró el Generalísimo Morelos a principios del siglo XIX y convencido dijo es la mejor de Tierra Caliente. Con razón el canónigo doctoral de la Iglesia Metropolitana de Morelia en 1860 dijo que la iglesia de Cutzamala es magnífica, es un soberbio edificio y se le puede llamar la catedral de la comarca.
El Portal sur lucía todo su esplendor y extenso corredor, con sus múltiples casonas en una de las cuales se hospedó Morelos en tres ocasiones con sus generales Mariano Matamoros, Hermenegildo Galeana y Nicolás Bravo, también el Gral. Agustín de Iturbide en 1820 y en 1821. Y más allá el semiportal oeste, la casona donde vivió el Gral. Eutimio Pinzón de 1863 a 1867, cuando fue Jefe de la 2ª Brigada de la División del Sur y ahí tenía sus caballerizas y las habitaciones para sus oficiales.
Y el zócalo, la plaza principal, el antiquísimo punto neurálgico de Cutzamala, aquel donde en 1540 fray Francisco de Villafuerte predicó a los cutzamaltecos y mientras lo hacía “hizo aparecer el fuego del infierno” ante la gente atemorizada, y no solo hizo, también se puso a torear e hizo que el toro se hincara, lo cual provoca que sus oyentes creyeran que fue por obra de Dios. Aquella plaza que en 1565 se llenó de españoles de la región, un 15 de agosto, para festejar la Dedicación de la Iglesia, siendo los anfitriones que los recibieron la encomendera de Cutzamala doña Isabel de Luján, fray Juan Bautista Moya que dirigió la construcción y familias hispanas, mientras los indígenas fueron completamente relegados. Aquella plaza que fue atacada a fines de 1810 por los incipientes insurgentes de Tlalchapa que quisieron derribar la iglesia sin lograrlo, pero que incendiaron las casonas de la plaza por su odio al llamado “pueblo españolizado de la región”. Esa plaza donde Morelos arriba en la mañana del 25 de mayo de 1815 y las campanas de la iglesia repican y la gente le grita vivas, y por la tarde ahí mismo observa la Procesión de Corpus desde su hospedaje en el Portal Sur. Esa plaza tan disputada en la Guerra de Independencia, misma que en la Guerra de Reforma fue objeto de un sitio de 45 días en que luchan 4500 hombres de la División del Sur contra 800 conservadores adueñados de la iglesia donde se hacían fuertes. Esto es poco de lo mucho de esa histórica plaza.
Por eso me sentí satisfecho de ver la excelente iluminación del Centro Histórico de Cutzamala, quizá algo muy elemental para otros pero para mí como historiador me emocionó, y le agradezco al H. Ayuntamiento de Cutzamala de Pinzón ese pequeño, pero significativo detalle.